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El reencuentro...

Cierto es que hay especies, sobre todo de aves que requieren cierta dedicación y constancia. La entrada hoy se la dedico a una persona que desde hace mucho tiempo acostumbra a velar y estudiar el comportamiento de esta rapaz que hoy ocupa este espacio, nada menos que el Águila azor perdicera y gracias a los cuidados de Pedro Holgado, pude volver a reencontrarme con esta especie después de una tarde calurosa de verano y lo más interesante de la jornada era intentar ver como los pollos ya volanderos acusaban su capacidad de depredadores alados, enseñados obviamente por los padres que siempre andaban en las cercanías.


Todo estaba preparado y bien medido, la experiencia de Pedro, con este tipo de águilas es envidiable, el seguimiento es fundamental para su desarrollo y el control debe ser máximo de una especie muy esquiva y vulnerable a cualquier alteración del medio, por eso no es fácil ni recomendable ponerse uno a buscar donde localizar la especie e ir a la aventura, todo está muy medido y las imágenes son muestra de ello de un trabajo bien hecho.


En estas lides uno siempre es reticente tratándose de un ave rapaz con prodigiosa vista y perfecta conocedorá de su territorio, por lo que es fundamental llegar a horas donde la actividad sea menor y así tener la seguridad de que a sabiendas que donde nos encontramos la alimentación suplementaria es rotativa, confiar en que en estas fechas la demanda es mayor para el buen desarrollo de los progenitores, por lo que nos pusimos en marcha y como siempre a esperar resultados.


Después de un largo tiempo en el aguardo la primera pasada de un adulto despertó nuestro entusiasmo, su actitud delataba que había visto la presa y seguido por su pareja comenzaron con unas acrobacias indicadoras de llamar la atención de sus dos hermosos pollos, al cabo de otro rato uno de ellos ( el macho adulto ) y como no podía ser de otra manera, picó sobre la presa a velocidad de vértigo, que esplendida forma de volar...sin que el señuelo se percatara a tiempo las potentes garras ya se aferraban al inerte cuerpo de la paloma, una de las presas favoritas de la perfecta cazadora.


Nuestra alegría se hacía palpable junto al sonido de nuestras cámaras al apretar de forma simultánea el disparador que inmortalizaba cada secuencia, sin dejar de prestar atención a cualquier otra circunstancia como la llegada de más individuos al festín. Así paso con la imponente hembra manchada en su pecho con oscuras plumas más pronunciadas que el macho, mucho más esbelto que esta, que es más fornida e impactante.


Unas primeras fotos y todo indicaba que los pollos ya no son alimentados sino que intentan en su comportamiento que ellos sean capaces de procurarse alimento sin tener que depender de ellos, otro señuelo colocado estratégicamente sería quien confirmara lo que ambos pensamos y a última hora de la tarde los jóvenes aparecieron con la misma eficacia que sus padres y todo fueron sensaciones positivas al ver el buen estado de forma de su legado, todo quedó en nuestro cerebro en forma de recuerdo y en el sensor en forma de imagen. Gracias Pedro, por reencontrarme de nuevo contigo en un escenario tan exquisito.


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