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A la espera...

Una mañana cualquiera pero... como tantas otras la llamada del campo consigue aún somnoliento que vuelvas a coger los "bártulos" y te encamines ilusionado otra vez a vivir esas sensaciones de estar metido en un aguardo, hide, chajurdo o como lo quieras llamar, pero que al fin y al cabo será tu pequeña estancia durante no sabemos cuánto tiempo. Lo principal de todo es llegar con la ilusión de hacer un reportaje si los protagonistas que en este caso son las aves necrófagas así lo permiten, sin otros elementos que tu cámara y objetivo montados sobre un trípode a la espera en el interior del pequeño cubículo que antes comenté, y que den cuenta de ese suculento desayuno que yace muerto.


Lo que más me atrae de hacer una sesión fotográfica en una carroñada es sobre todo disfrutar de ese amanecer con la incertidumbre de si habrá merecido la pena la espera, no siempre salen las cosas como uno las planifica en la mente, mientras intenta conciliar el sueño la noche anterior a sabiendas que son pocas las horas de descanso y que supondrá otro esfuerzo vespertino sin tener claro los resultados, pero que más da, nos gusta, lo disfrutamos, lo sentimos desde dentro cuando el gusanillo recorre tus entrañas al advertir una sombra que no alcanzas a divisar por estar lo más camuflado posible. A través de una ligera tela la mirada se centra en buscar aquello que delate la presencia de los esperados carroñeros, giros de cabeza, afinada visión en los pocos resquicios que has dejado para que no delates tu presencia.


Las luces del alba en una tórrida mañana de verano iluminan ya el horizonte, sigo sentado en una silla incómoda y espero con impaciencia el desenlace que hoy me he propuesto conseguir, mis pensamientos se centran en tener claro que he hecho lo correcto, la colocación del señuelo que no es otro en este caso que una malograda oveja merina postrada en el agostado pasto de julio, estudiadas las luces que tienes previsto a la llegada de los comensales para deleite de resultados óptimos, los fondos naturales que orienten a cualquiera que el lugar escogido es territorio de grandes necrófagos que sobrevuelan a diario fincas de ganado ovino o vacuno. Territorios de cérvidos y jabalíes, estos más difíciles de morir en un camposanto como es el lugar de pastoreo de viejas merinas, pero eso ya lo saben mis protagonistas de hoy. No siempre encuentran sustento, pero hoy si y a la espera estoy.


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